¿QUE HE HECHO?

Lleno mis pulmones de aire… aguanto la respiración…cierro con fuerza el ojo izquierdo… alargo y tenso los brazos… agudizo la vista… intento calmar las pulsaciones, sin éxito… noto como una gota de sudor nace en mi frente, recorre mi cara y muere en mis labios… localizo el objetivo… pero las pulsaciones me impiden mantenerlo fijo. Bajo el arma, cierro los ojos y respiro hondo.

Me encuentro en una trinchera. A mi derecha, hay un soldado gritando de desesperación. Tiene la cara llena de lágrimas y llora como si de un bebe se tratase. Esta encogido y temblando. Es incapaz de moverse del miedo que siente. Abraza el arma con ambos brazos como si su vida dependiera de ello, como si eso le protegiera. No tiene nada más a lo que aferrarse. Cree que si no la suelta, no morirá. Su cara solo muestra sufrimiento.

Unos metros a mi izquierda se encuentra otro soldado boca-arriba, gritando. Una granada de mano le ha arrancado el brazo. Varios chicos de la compañía intentan sujetarlo, pero parece tener la fuerza de cinco hombres. Se mueve de un lado a otro, como si eso le calmara el dolor. Su brazo no cesa de escupir sangre a chorros y la garganta parece que le va a estallar. En su cara solo hay sufrimiento.

De fondo, el silbido de las balas que pasan cerca de mi, las ráfagas de las ametralladoras y el estruendo de los cañones. Es como una orquesta…La Orquesta del Horror.

Centro la mirada en mi rifle. Lo agarro de nuevo y lo alzo hasta la altura de los ojos. Vuelvo a apuntar al objetivo. Es un hombre. Se encuentra medio camuflado en lo alto de un árbol. La densidad del follaje lo hace confundirse entre las hojas. Lo tengo justo en la mirilla. Aguanto la respiración…coloco el dedo en el gatillo…apunto…

Pasan unos segundos antes de ver como el cuerpo es sacudido por el impacto de la bala. Y cae, sin vida, golpeándose entre las ramas. Los brazos flácidos se agitan de un lado para otro. Finalmente, su cabeza queda bajo su cuerpo, boca-abajo, sobre unas rocas donde va creciendo una mancha oscura bajo él.

Me tiemblan las manos. Entonces pierdo el control de mi mente. Pienso en mi mujer, en mis hijos y les pido perdón, les pido perdón una y otra vez. Siento dolor, un dolor interno.

Miro el rifle, y lo dejo caer golpeando el suelo con dureza.

No se porque estoy luchando, no se por quien estoy luchando, no se que hago aquí, ni quien ha decidido que esté. Solo se que todos los que estamos aquí, queremos irnos. La conciencia no tiene piedad de mi y hace que mi mente me muestre mis hijos y mi esposa…¡¡Dios mío!!…¿¿¡¡Que he hecho!!??…

GUSTAFF (versión 1.0)

GUSTAF O LA HISTORIA DEL SOLDADO ADOLESCENTE QUE LA NOCHE ANTES DE ENTRAR EN COMBATE LLORÓ, MORDIENDO LOS PLIEGUES DE SU MÁRFEGA PARA QUE LOS OTROS NO LO OYÉRAMOS GEMIR, Y, YA POR LA MAÑANA, CON EL SOL NARANJA ACARICIANDO DULCEMENTE SU ROSTRO, ABRAZADO A SU FUSIL, VOMITÓ HASTA QUE LE ARDIÓ LA GARGANTA.


Si el capitán no lo hubiera abatido a tiros, por la espalda, muchos también hubiesemos intentado huir.